Entre un tratado al uso de psiquiatría, un discurso del Che Guevara, un viaje de peyote, una bacanal, un road-trip al estilo beat-nick, y una revisión del Libro de los muertos; dejo un extracto de "La muerte de la Familia" del autor sudafricano David Cooper.
Entre ideas originales del autor -muy dado a los juegos de palabras y a los juegos en general: La paranoia como paso necesario para la anoia o liberación/autonomía del individuo; la valorización como puntos principales en la formación de la persona, su carácter e inconsciente, durante las etapas uterina y post-mortem, hacia las que se tienen que extender los conceptos de conocimiento y responsabilidad; y que la revolución social no triunfará si antes no va precedida por una "revolución en las camas".
(De "La revolución del amor y la locura")
"El ministro de Hacienda es un buen psiquiatra; diagnostica un cierto estado de los negocios e introduce reguladores para controlar los ingresos y los gastos. lo que ignora es que cuando habla de la dirección de la economía del país, está hablando con absoluta e inexperimentada primacía de cierta tensión en la musculatura del agujero de su culo. Ha olvidado su cuerpo o lo ha perdido en el cuerpo político. Cada palabra que dice sobre la balanza de pagos no es medida por el labio de su boca sino por el labio de su ano, palabras deslizantes entre cúmulos de sangre estancada, dolorosamente tromboseada, que se oculta entre los pliegues de una exagerada esteatropigia política. No tiene nada de extraño que los jóvenes, para separar los pliegues y ver claro dentro de la profunda oscuridad, piensen quemar las urnas electorales. Pero un día al año el ministro se las compone para llegar una vetusta cartera negra que porta, en vez de mierda sana y alegremente evacuada, una caca retenida, que se exhibe ante las cámaras de la TV que intentan ofrecer el presupuesto a la visión pública, y luego lo retira hacia las oscuras y suculentas depresiones colónicas de su mente ministerial que ya no es su mente sino una lamentable no-mente colectiva a la que todo ha dejado de importarle a través de series de negaciones de todo acto social que pudiera significar algo para alguna persona real. La última defensa del imperialismo inglés es la inocencia; decir con ingenuidad lo que ignora y luego confiar en que suceda lo mejor y dar armas un manual de bluff bastante bueno. La justificación teológica de esto viene sin duda de Martín Lutero, que se sintió una mierda dentro del culo de Dios, esperando el momento de ser cagado en el mundo y luego, con una pura asunción de la pasividad, esperó que otra persona lo cagara. Bueno, tal vez la mierda salga y quizá "la otra gente" se encargará de ello. Y quizá Grosvenor Square o la Place Saint Michel, o el Central Park de Nueva York o toda la ciudad de Chicago no sean orinales de bastante capacidad para contener los excrementos sin desbordar".
Entre ideas originales del autor -muy dado a los juegos de palabras y a los juegos en general: La paranoia como paso necesario para la anoia o liberación/autonomía del individuo; la valorización como puntos principales en la formación de la persona, su carácter e inconsciente, durante las etapas uterina y post-mortem, hacia las que se tienen que extender los conceptos de conocimiento y responsabilidad; y que la revolución social no triunfará si antes no va precedida por una "revolución en las camas".
(De "La revolución del amor y la locura")
"El ministro de Hacienda es un buen psiquiatra; diagnostica un cierto estado de los negocios e introduce reguladores para controlar los ingresos y los gastos. lo que ignora es que cuando habla de la dirección de la economía del país, está hablando con absoluta e inexperimentada primacía de cierta tensión en la musculatura del agujero de su culo. Ha olvidado su cuerpo o lo ha perdido en el cuerpo político. Cada palabra que dice sobre la balanza de pagos no es medida por el labio de su boca sino por el labio de su ano, palabras deslizantes entre cúmulos de sangre estancada, dolorosamente tromboseada, que se oculta entre los pliegues de una exagerada esteatropigia política. No tiene nada de extraño que los jóvenes, para separar los pliegues y ver claro dentro de la profunda oscuridad, piensen quemar las urnas electorales. Pero un día al año el ministro se las compone para llegar una vetusta cartera negra que porta, en vez de mierda sana y alegremente evacuada, una caca retenida, que se exhibe ante las cámaras de la TV que intentan ofrecer el presupuesto a la visión pública, y luego lo retira hacia las oscuras y suculentas depresiones colónicas de su mente ministerial que ya no es su mente sino una lamentable no-mente colectiva a la que todo ha dejado de importarle a través de series de negaciones de todo acto social que pudiera significar algo para alguna persona real. La última defensa del imperialismo inglés es la inocencia; decir con ingenuidad lo que ignora y luego confiar en que suceda lo mejor y dar armas un manual de bluff bastante bueno. La justificación teológica de esto viene sin duda de Martín Lutero, que se sintió una mierda dentro del culo de Dios, esperando el momento de ser cagado en el mundo y luego, con una pura asunción de la pasividad, esperó que otra persona lo cagara. Bueno, tal vez la mierda salga y quizá "la otra gente" se encargará de ello. Y quizá Grosvenor Square o la Place Saint Michel, o el Central Park de Nueva York o toda la ciudad de Chicago no sean orinales de bastante capacidad para contener los excrementos sin desbordar".
Libros antipsiquiátricos completos (Laing, Cooper, Basaglia y Szasz) en:
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